
Cuando este pueblo se levante pensando en soluciones y no buscando a quien culpar. Cuando los ancianos compartan su sabiduría y den espacio a las nuevas generaciones para que brillen. Cuando los padres y madres de esta generación podamos transmitir con amor el correcto orden de los valores que aprendimos. Cuando los jóvenes de nuestra amada patria descubran su identidad, respeten su cultura y dejen de esperar a que otros hagan por ellos. Cuando los religiosos y religiosas apartados de su llamado nos enseñen a amar como lo hizo Jesús, entre el pueblo y no detrás de un púlpito. Cuando los políticos sean serios y sepan poner en acción las funciones elementales de toda administración, que son la de trabajar en equipo, la escucha y la capacidad de identificaer el potencial de todos los que componen ese cuerpo.
Entonces, solo entonces podremos saborear la tan ansiada libertad por la que tantos se han gastado. Entonces y únicamente entonces, seremos libres de prejuicios, libres de injusticias, libres de desigualdades que lo único que nos trae es el estancamiento de una sociedad hambrienta por ser.
Nuestra situación como país no se trata de querer mostrar cuál color es el más bravo. Se trata de quienes son realmente bravos para levantarse a trabajar buscando que de nuevo esta islita deslumbre al mundo con su color. Y así poder decir como dijo José Gautier Benítez en su poema, “tengo celos del que mira tus alboradas serenas, del que pisa tus arenas, del que tu aliento respira”.
Pensándome,
José Rivas